¿Por qué tenemos que acudir a terapia?
En ocasiones no encontramos «raros», nos cuesta asumir el día a día, tenemos dificultades para gestionar emociones o situaciones; de igual manera que a veces tenemos dolores musculares y no dudamos en acudir a la fisioterapia.
Acudir a psicoterapia es la forma de conseguir asumir el control de nuestra vida, adquiriendo capacidades para gestionar el malestar, e incluso mejorar aquello que creemos podría ayudarnos a una vida mejor.
Terapia familiar
Promover una comunicación abierta que permita expresar sentimientos, deseos y pensamientos de manera honesta y respetuosa. Buscando el crecimiento personal y la autorrealización.
Terapia familiar
La terapia sistémica analizará los sistemas a los que pertenece una persona para identificar y diagnosticar las relaciones y comprender la conducta del individuo al que se está tratando. Es decir, el tratamiento abordará a la persona como parte de un grupo en lugar de hacerlo de forma aislada, para comprender los aprendizajes sociales que ha obtenido y la manera en que interactúa con las personas que lo rodean.
El psicólogo que realice terapia sistémica con una persona abordará también los roles que tienen los miembros de la unidad familiar y sus dinámicas respecto al resto de personas del grupo.
Los problemas que pueden surgir en un sistema familiar derivan precisamente del conflicto entre los límites de sus miembros, algo que puede ocurrir de forma puntual o reiterada, ocasionando desequilibrios en el grupo y en los propios individuos. El objetivo de la terapia familiar sistémica es determinar y comprender el tipo de sistema en que se encuentra la persona que acude al psicólogo para encontrar el origen de los problemas y motivar los cambios necesarios para su resolución.
Una vez definido el sistema familiar y el origen de sus conflictos, el terapeuta tratará de que los miembros de la familia modifiquen la manera en que interactúan para corregir esas desviaciones que están causando un desequilibrio. Esta terapia aboga por un cambio en la estructura del sistema más que en cambios a nivel individual que pueden no tener efecto sobre el conjunto de forma duradera. Si se logra que todos los miembros del sistema entiendan el origen de sus problemas y se comprometen a realizar cambios en su conducta el resultado de la terapia será más beneficioso a largo plazo.
La ventaja que ofrece es que suele ayudar a mejorar los problemas que plantea una persona, con el apoyo y colaboración de aquellos que son significativos para quien solicita la consulta. Incluso no es necesario que siempre acuda la familia, ya que en algunos casos se pueden plantear dificultades, pero el modelo de trabajo siempre tendrá presentes el mapa de relaciones de la persona que acude a consulta y cómo afecta estas relaciones a su problemática o queja.
Depresión
El desconocimiento sobre la depresión en la infancia y adolescencia y la falta de comunicación abierta sobre este tema hace que la gente joven que necesita tratamiento o sus familias no busque ayuda.
Depresión
Aunque la mayoría de nosotros experimenta tristeza de vez en cuando, en algunas personas este sentimiento no desaparece y se acompaña de otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar su vida cotidiana: interfiriendo en su capacidad de pensar, aprender y desarrollarse social y académicamente. Estas personas pueden tener una enfermedad denominada depresión.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas fundamentales son:
Ánimo bajo, sentirse triste la mayor parte del tiempo o irritable (enfadarse fácilmente).
Pérdida de interés en las actividades con las que se disfrutaba, como jugar o divertirse con los amigos, querer estar solo y aburrirse.
Otros posibles síntomas que se pueden presentar:
- Tener sentimientos de desesperanza y pensar que su situación no va a cambiar.
- Ganas de llorar sin motivo aparente.
- Pérdida de energía o cansancio.
- Problemas de sueño: dificultad para quedarse dormido por la noche o no querer levantarse por la mañana.
- Aumento o disminución del apetito.
- Dificultades para concentrarse o problemas de memoria, que pueden afectar al rendimiento escolar.
- Sentimientos de inutilidad o culpa.
- Pensamientos negativos, excesivas críticas hacia uno mismo.
- Ideas suicidas: querer morirse o irse para siempre.
- Síntomas físicos como dolor de cabeza, palpitaciones o molestias abdominales. A veces estos síntomas son el único motivo de consulta al médico.
- Preocupaciones constantes, lo que les puede producir ansiedad y miedos infundados.
Problemas de conducta infanto-juveniles
El entorno de nuestros hijos es vital para realizar un óptimo desarrollo cognitivo, emocional y personal. Es primordial prestar atención a aspectos como la autoestima, habilidades sociales. Su estabilidad emocional influirá en su estilo para afrontar los problemas cotidianos.
¿Cómo funciona nuestra terapia con el paciente?
Debe fluir por cauces naturales, no debe ser un acto forzado y aunque en ocasiones se requiere de un esfuerzo por parte de quien la solicita.
Se debe llevar de forma agradable, amable y centrada en el ritmo que la persona necesite, tratándola como responsable de su proceso.
Gestión de emociones
En nuestro día a día experimentamos una amplia gama de emociones, para su gestión es necesario disponer de habilidades emocionales.
Problemas en la gesti´ón de emociones
Las emociones son un elemento indispensable del ser humano, pero para disponer de todos los recursos que nos aportan las emociones es necesario disponer de determinadas habilidades emocionales. En caso contrario, las emociones pueden suponer un desgaste enorme en el funcionamiento del individuo. Por ejemplo, los estados de ánimo, en ocasiones, persisten de forma completamente ajena a las circunstancias vitales objetivas convirtiéndose en disfuncionales y desadaptativos. Así, en numerosas situaciones debemos regular nuestros estados emocionales, ya sean de ira, tristeza, entusiasmo… etc., para adaptarnos a nuestro entorno laboral y/o social (Erber, Wegner y Therriault, 1996); otras veces, sencillamente regulamos ciertas emociones porque nos resultan desagradables (Larsen, 2000) o porque no se ajustan a la visión que tenemos de nosotros mismos (Heimpel, Wood, Marshall y Brown, 2002). En ausencia de unas adecuadas estrategias y habilidades emocionales (“inteligencia emocional”), estos intentos de regulación pueden no ser exitosos.
En ocasiones, emociones como la tristeza, la ira o el miedo se descontrolan de forma que exceden a las expectativas del individuo y a su comprensión. Y más aún, a menudo dichas emociones reaccionan de forma refractaria a los intentos por controlarlas, dando lugar a una serie de círculos viciosos de difícil resolución que pueden acabar afectando a muchas áreas del funcionamiento social y psicológico. relación conceptual entre regulación afectiva y depresión es muy estrecha. Tal es así que la depresión podría ser denominada no ya un trastorno del estado de ánimo, sino específicamente un trastorno de la regulación del estado de ánimo. En efecto, la depresión tiene un componente muy importante de descontrol afectivo, o dicho de otra forma, de ruptura de la homeostasis afectiva en la que cada individuo fluctúa.
Ansiedad
La ansiedad generalizada es un trastorno muy extendido en la actualidad con consecuencias significativas en la salud de las personas.
La Ansiedad
El trastorno de ansiedad generalizada es un trastorno muy extendido en la actualidad con consecuencias significativas en la salud de las personas, aunque no ha recibido tanta atención como otros trastornos de ansiedad (Gosselin y Laberge, 2003). Es uno de los problemas psicológicos más frecuentes y un motivo habitual de consulta en atención primaria (Montorio, Izal y Cabrera, 2014). Se caracteriza por una ansiedad y preocupación excesivas, persistentes y que las personas tienen dificultades para controlar, sobre diversos acontecimientos o actividades y que se asocian a tres o más síntomas de sobreactivación fisiológica (DSM-5; American Psychiatric Association [APA], 2013). La característica esencial es una expectativa aprensiva definida por ansiedad excesiva y preocupación acerca de diferentes acontecimientos. La intensidad, duración y frecuencia de estas variables son desproporcionadas, implicando una interferencia en la vida cotidiana de las personas con TAG (Montorio et al., 2014).
Las personas con TAG presentan preocupaciones 5 sobre aspectos improbables o menos dramáticos de lo que ellos consideran (Bados, 2015) relacionadas con: a) problemas actuales y b) situaciones hipotéticas (Dugas y Robichaud, 2007). Su gravedad está influenciada por la incontrolabilidad y la naturaleza no realista de su contenido (Montorio et al., 2014)
A través de la terapia cognitiva, los pacientes aprenden a entender cómo sus pensamientos contribuyen a los síntomas o trastornos de ansiedad y cómo modificar aquellos patrones para reducir la probabilidad de ocurrencia y la intensidad de la reacción. La conciencia cognitiva aumentada del paciente se combina a menudo con técnicas conductuales para ayudar a la persona a enfrentar y tolerar gradualmente situaciones de temor en un entorno controlado y seguro.
Además, la Terapia Familiar Sistémica ayuda a exponer si las relaciones que se mantienen con el entorno (familiar o no), pueden estar participando del problema de ansiedad, o pueden colaborar en la solución, facilitando un abordaje más completo del TAG.
DIFICULTADES DE PADRES CON LOS HIJOS
Problemas psicoeducativos
Problemas psicoeducativos
Ayudar a padres/madres/tutores a modificar la forma de abordar problemas con sus hijo/as, mejorar su autoeficacia como padres. Adquirir herramientas de manejo conductual que faciliten crear un mejor clima familiar, reducir el estrés parental y mejorar la comunicación padres- hijos aporta beneficios a toda la unidad familiar.
Problemas psicoeducativos con hijas/hijos
Los problemas y dificultades que los padres los tienen a la hora de gestionar una crianza saludable y satisfactoria, son una de las consultas habituales a los profesionales de la salud mental, especialmente en el manejo de la persona adolescente o joven donde se empiezan a dar situaciones nuevas tanto para progenitores como para la persona en cuestión.
Ayudar a padres/madres/tutores a modificar algunas percepciones sobre la forma de abordar problemas con sus hijo/as, mejorar su autoeficacia como padres y adquirir herramientas de manejo conductual que faciliten a crear un mejor clima familiar, reducir el estrés parental y mejorar la comunicación padres- hijos. Entendiendo que no se puede concebir al menor como un individuo aislado, sino que debemos entenderlo como participante en una serie de sistemas macro y micro, con los cuales interacciona. En este sentido, los adultos responsables deben tomar consciencia de cómo su forma de interaccionar con el menor modificará el tipo de relación que establece con él mismo y, por ende, la que el menor empezará a establecer con su medio.
La Parentalidad Positiva, se alude al enfoque que emana de las políticas europeas más recientes y, más concretamente, de la Recomendación 19 del Comité de Ministros del Consejo de Europa (2006) a los Estados Miembros sobre Políticas de Apoyo al Ejercicio Positivo de la Parentalidad refiriéndose al “comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño” el objetivo de la tarea de ser padres es promover relaciones positivas entre padres e hijos.
El mensaje de la parentalidad positiva ha dado lugar a varios malentendidos al difundirse en amplios sectores académicos, profesionales y sociales.
El primero de ellos es suponer que el enfoque recomienda que a los hijos hay que premiarlos continuamente por lo que hacen. Sin embargo, nada más lejos de este enfoque ya que hay que evitar que los hijos se conviertan en “comedores de refuerzos” y que sean capaces de hacer las cosas sin esperar una gratificación inmediata a cambio. Además, los niños deben distinguir cuándo han hecho algo bien y cuándo no lo han hecho, de otro modo no tendrían una valoración apropiada de sus capacidades.
El segundo equívoco es considerar que en la parentalidad positiva no hay cabida a la corrección de los comportamientos inadecuados al no haber castigos corporales. Sin embargo, el ejercicio de la parentalidad positiva plantea varias estrategias correctivas muy válidas, alternativas al castigo corporal y a los gritos e insultos, como saber explicar, negociar, retirar privilegios, solicitar la compensación de daños causados, modelar una conducta alternativa que sea positiva y también ignorar un comportamiento inadecuado para conseguir su extinción, entre otras posibilidades.
El tercer equivoco es suponer que al ser la parentalidad una tarea difícil los padres no pueden guiarse de sus intuiciones y necesitan un experto que les guíe. Sin embargo, la parentalidad positiva implica la idea de que los padres deben realizar un ejercicio activo y consciente de construcción de su propio rol parental que, sin duda, estará basado en parte en sus propias vivencias familiares y las que hayan obtenido de su observación de los demás. El papel del experto, si es requerido para ello, es el de abrirle caminos alternativos y ayudarle a construir un “traje a medida”, y no el de abocarle a un solo modelo “ideal” dictado por el experto. Cada niño es un territorio nuevo a explorar de modo que la mejor receta que los expertos pueden darles a los padres es que “no hay receta” sino como mucho una “hoja de ruta” construida en colaboración con ellos para avanzar en dicha exploración.
La terapia puede ayudar a que los padres adquieran nuevas habilides y cocepciones sobre los problemas que presentan los hijos/as, mejorando el bienestar general del sistema familiar.
¿Situaciones que suelen causar malestar?
Sensaciones relacionadas con la ansiedad o la tristeza, falta de control de impulsos, tanto en los hijos/as como en los adultos, problemas de disciplina con las hijas/os.
Dificultades en la gestión de emociones, necesitar orientación en la toma de decisiones, sentirse abrumado/a con las funciones propias de la crianza.
Habilidades sociales
Podemos ayudarte a adquirir, desarrollar o potenciar habilidades necesaria que faciliten la adaptación social, teniendo en cuenta que la sociedad actual va dando cada vez más valor a estar habilidades.
Mejorar las habilidades sociales
La habilidades sociales, las descripciones actuales las resumen en un conjunto de hábitos, en nuestras conductas pero también en nuestros pensamientos y emociones, que nos proporcionan relaciones interpersonales satisfactorias, sentimiento de bienestar en las relaciones con los demás, el logro de nuestros objetivos sin que nadie nos los impida y una comunicación eficaz con todo aquel que nos rodee (Roca, 2008); incluyen ser capaces de: expresar adecuadamente nuestras emociones a nivel verbal y no verbal, teniendo en cuenta su repercusión en las emociones de las otras personas; ayudar a los demás a experimentar emociones positivas y a reducir las negativas como la ira; conseguir que las relaciones interpersonales nos ayuden a obtener nuestras metas, a realizar nuestros deseos y a experimentar el máximo posible de emociones positivas; y reducir las emociones negativas que puedan producirnos la convivencia y las relaciones conflictivas con los demás.
El profesional de la psicología puede ayudar a adquirir, desarrollar o potenciar habilidades necesaria que faciliten la adaptación social, teniendo en cuenta que la sociedad actual va dando cada vez más valor a estar habilidades, y que la falta de ellas conduce muchas veces al aislamiento, baja autoestima o alta insatisfacción vital.
Problemas escolares
Uno de los indicadores más importantes a la hora de poder darnos cuenta de que un niño está sufriendo emocionalmente es cuando se altera su ritmo escolar y disminuye su rendimiento.